SintesisdelSur

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Por: Rubén Moreta 

El Ventorrillo, para los más jóvenes, es un lugar de oferta limitada de frutas, verduras, víveres, granos, sazones, entre otros alimentos.  Además, en los ventorrillos se vendía carbón vegetal, que era usado para la cocción de los alimentos; se vendía hielo –porque no en todas las casas había neveras- y sabrosos helados caseros.    

Los ventorrillos funcionaban -y aún funcionan-, aunque extinguiéndose en los barrios sanjuaneros, en horario extendido –desde la mañana bien temprana, hasta que el dueño se acostaba.  A veces ya con la puerta cerrada y acostados los dueños, aparecía un vecino imprudente, aunque “de confianza” a pedir un favorcito”.   

Algo fundamental en estos mini mercados era el “fiao”, –cosa muy importante en períodos de estrecheces financieras, que era un factor casi permanente en las alicaídas economías familiares sanjuaneras, donde los “ricos” –en los setenta y ochenta- eran quienes vivían en las calles Independencia, Trinitaria y 16 de agosto.  Todos los demás, éramos pobres y así éramos tratados.  Tardó un gran tiempo en darnos cuenta de que en esas tres calles céntricas vivían muchos simuladores, que no eran “ricos” nada, sino tan “desbaratados” y en faldillas como los otros. 

En fin, el ventorrillo ha sido un espacio de expendio alimenticio barrial muy importante en la vida sanjuanera.  En todos los barrios había uno o varios.  Mi reconocimiento a esos abnegados trabajadores que criaron su familia con un ventorrillo. 


El autor es Profesor UASD. 

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