SintesisdelSur

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Recordarlo es motivo de profundo orgullo, pues su legado trasciende generaciones y continúa inspirando a quienes creen en una patria grande, digna y soberana. Su visión de Estado se expresó con firmeza en múltiples ámbitos: la protección del medio ambiente, la reforma agraria, el respaldo a la clase media y a los sectores más vulnerables, así como en el impulso a una infraestructura sólida —hospitales, escuelas, viviendas, carreteras— que aún hoy benefician a millones de dominicanos.


Durante sus gestiones, el país vivió un notable crecimiento económico, sostenido por una inversión pública estratégica, ejecutada con responsabilidad y sin recurrir al endeudamiento externo. Esta disciplina fiscal fue reflejo de su compromiso con la estabilidad macroeconómica y la defensa de la soberanía nacional.


Las huellas de su obra permanecen en símbolos que enaltecen nuestro orgullo patrio: la Avenida 27 de Febrero, la Plaza de la Cultura, el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, entre tantos otros espacios que siguen siendo referentes del progreso nacional.


Balaguer fue también un firme defensor de la identidad dominicana, manteniendo una política nacionalista clara ante los desafíos fronterizos. A ello se suma su brillante legado intelectual: una pluma lúcida que dejó una valiosa herencia literaria para las letras hispanoamericanas.


Hoy, 14 de julio, más de dos décadas después de su partida, nos corresponde honrar su memoria, seguir su ejemplo y reconocer la grandeza de su vida pública. El pueblo dominicano —al igual que el Todopoderoso— conoce y valora la magnitud de su obra.


El legado del presidente Joaquín Balaguer es, sin duda, motivo de profundo orgullo nacional.

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