SintesisdelSur

0
Por Rubén Moreta

Eternamente tenemos que rendir merecido homenaje al prócer visionario y revolucionario que con sus ideas y acción, logró construir la Nación Dominicana: Juan Pablo Duarte.

El prócer era hijo de Juan José Duarte, un comerciante de ascendencia española y Doña Manuela Díez Jiménez, nativa del Seibo.

Este visionario logro definir la base filosófica-conceptual sobre la cual se proclamó la Independencia Nacional el 27 de febrero de 1844, epopeya que marco el fin de la dominación haitiana, que durante 22 años tronchaba las ansias de libertad y autodeterminación de la parte este de la isla.

La niñez del padre de la patria transcurre en el marco de una sociedad caracterizada por un marcado atraso socio-económico.  La población en la parte oriental en la primera mitad del siglo diecinueve era de aproximadamente 120 mil habitantes, con una pobre economía agrícola basada en la producción de café, tabaco, algodón, azúcar, caña de azúcar y otros frutos.  Comenzaba apenas a consolidarse una clase media o pequeña burguesía, que fue adquiriendo notable fuerza en el centro del Cibao al amparo del desarrollo del cultivo del tabaco, y en las principales ciudades con puertos marítimos, como Santo Domingo, Puerto Plata, Montecristi, Azua, Samaná, etc., donde surgió un importante comercio minorista (de importación y exportación).

Precisamente, Don Juan José, el padre de Duarte, era comerciante y en el negocio de su padre, Juan Pablo solía ayudarlo en las labores de venta y administración.   Fue su madre, Doña Manuela Díez, quien le diço su primera formación y luego asistió a escuelas particulares, donde recibe instrucción elemental.
Los viajes de Duarte a Estados Unidos y Europa van a ser determinantes en la definición de su pensamiento social y político.  En su recorrido exterior logró conocer como esas naciones habían construido movimientos sociales emancipadores, y como gozaban de libertad, independencia, y derechos civiles y políticos.

Por eso, al retornar a nuestro territorio, Duarte inició su proyecto patriótico impregnado del liberalismo político que había conocido en esas naciones.  En ese sentido, fundó la Sociedad Secreta La Trinitaria en Julio del 1838, siendo la primera cédula política que guió la lucha por la libertad y la independencia, y la cual estuvo integrada por jóvenes seguidores de Duarte, contagiados por el ideal separatista y revolucionario.  Luego hará un gran papel de divulgación de ideales progresistas, a través de representaciones teatrales, a través de la Sociedad La Dramática.

Los afanes patrióticos de Juan Pablo duarte no estuvieron solamente encaminados a libertar la República Dominicana y dar por terminada su misión.  Iba más lejos.  Soñaba con una nación futura en la que gobernante y pueblo disfrutaran igualmente de las mismas ventajas y beneficios.

En ese sentido, trabajó en la elaboración de una Constitución Política enraizada en los postulados liberales clásicos, que defienden los derechos políticos individuales, y entiende a todos los hombres iguales ante la ley.

El pensamiento político liberal de Duarte se resume en los postulados de su ideario:

-“Ama a tu Patria con amor invariable y entrega total”

“Ten fe en tu pueblo y su porvenir”.

“Jamás permitas que ninguna porción de su territorio sea cedida a alguna nación extranjera”.

“Respeta la ley  mírala como la reguladora de tus actos en la sociedad.”

“Considera la política como una de las más nobles actividades humanas.  Ejércela con desinterés económico, justicia y patriotismo”.
 “Considera la libertad como lo más preciado de la vida”.
 “Lucha por la unión de todos los dominicanos, sin tomar en cuenta la clase a que pertenezcan.”  “Considera la justicia como el primer deber del hombre y el fundamento de la felicidad social.”
 “Lucha por una sociedad libre de privilegios políticos y económicos que se opongan a la unión armoniosa de todas la clases sociales.” Y
 “Considera a Dios, la libertad y a la Patria como los supremos intereses del pueblo dominicano.”

En estos tiempos la nación es estremecida por sucesos degradantes, como el envilecimiento de la gestión pública, a través del peculado y la corrupción sin límites en las esferas públicas y privada, la violencia, la impunidad, el narcotráfico, la crisis e inversión de valores, desigualdad social y económica, y algo fundamental, la virtual renuncia a la ética y la moral social.  Hemos herido mortalmente la ética y la moral, precisamente porque hemos renunciado al ideal Duartiano.

Se impone que la sociedad dominicana, su liderazgo político, social y empresarial vuelquen su mirada hacia el ideario Daurtiano que nos reclama amar la patria con amor invariable y entrega total, que nos convoca a sacrificarnos por ella, que nos insta a ejercer la política con desinterés económico, que llama a los gobernantes a propiciar una equidad y justicia social, y que nos convida a abrir las venas del patriotismo.

El ideal Daurtiano es sinónimo de ética, y la ética nos convoca a la honradez, a la solidaridad, a la transparencia y al amor al prójimo.

La juventud dominicana,  que la mayoría es sana y con deseos de progreso, pero que una parte se nos ha dañado al caer en la trampa de los vicios y la violencia, hoy la instamos a volcar sus pasos hacia el ideal Duartiano.

La independencia nacional es una obra de la juventud.  Fueron los jóvenes, con Duarte a la cabeza, quienes impulsaron el movimiento para la independencia pura y simple, sin tutela o intromisión de ninguna potencia extranjera.
Cuando Duarte fundo la Trinitaria solo contaba con 25 años de edad.  Sus demás compañeros eran también jóvenes soñadores, como Mella, con solo 22 años, Sánchez, con 21, Juan Isidro Pérez, 29, José María Serra, con 19, Ravelo, con 25, Juan Pablo Pina, con 21 años, y Vicente Celestino Duarte, que era el mayor con 36.

Si fueron los jóvenes los que concibieron esta Nación en el Siglo Diecinueve, a los jóvenes del siglo Veintiuno les corresponde consolidarla, engrandecerla, hacerla prospera, pero todo en un ambiente de paz y concordia, y sobretodo, una sociedad fundamentada en valores.

Reitero que es tiempo de retomar el pensamiento patriótico y revolucionario de Juan Pablo Duarte y sus convicciones éticas.


El autor es Profesor UASD.


Publicar un comentario

 
Top