Rubén Moreta
Este “ministro de justicia” no gana ningún caso importante en los tribunales, pero entretiene a la gente posando cada día en la televisión, los periódicos y las redes sociales digitales.
El político santiaguero tiene en la justicia su orbe. Promueve deliberadamente la incerteza en el sistema. Auspicia una imagen de un gallo racero, pero en realidad, se maneja con un doble estándar moral, porque desde su delicado cargo promueve una añeja aspiración presidencial, que cree podrá engordar con su discurso mesiánico, más la bendición de una poderosa embajada extranjera.
Su fiel discípula, la Fiscal Yeni Berenice Reynoso Gómez es también adicta a las redes sociales. Por ahí promueve su circo, y desahoga y taladra a todos a quienes adversa.
Los demás representantes del Ministerio Público nombrados durante su gestión obedecen un esquema político clientelar: son los promotores de su insípida campaña presidencial.
Hoy Domínguez Brito magnifica el penoso entramado de corrupción de contados jueces, -seis hasta ahora identificados y sometidos correctamente a las instancias de castigo correspondientes, pero se hace el sordo frente a los más de cien fiscales metidos también en la comisión de bochornosas indelicadezas.
¿Quién remediará el daño que Francisco Domínguez Brito le ha infligido al sistema judicial dominicano?
El autor es periodista.
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