Por Rubén Moreta
La sociedad dominicana, desde la génesis de su
emancipación política, ha mantenido un matrimonio indisoluble con el
conservadurismo. Las élites dominantes no han permitido espacio para la
fructificación de un modelo liberal, porque la escuela nacional es la
prohijadora del pensamiento conservador.
El momento más preclaro que tuvimos de dar el salto
hacia un paradigma liberal fue cuando el maestro Eugenio María de Hostos inició
su magisterio laicista-positivista, buscando la construcción de un sistema
educativo que rompiera las cadenas del dogmatismo religioso a través de una
escuela laica, pero esta iniciativa fue liquidada con la firma del Concordato,
que puso en manos del catolicismo cristiano la filosofía educativa.
No es fortuito el interés que mantiene el clero
católico en el dominio del área educativa, porque desde ahí ejercen el control
ideológico del sistema instruccional. Por ejemplo, el nivel inicial, donde
cursan estudios los niños de uno a seis años, representa un eslabón fundamental
en la escalera de formación del individuo. Los sacerdotes jesuitas acuñaron el
aforismo: “dame los primeros siete años de vida de un niño y te diré lo que
será el hombre del mañana”, para evidenciar la importancia de este ciclo
pre-primario.
En el ámbito político, los autodenominados
“liberales” que han detentado el poder en la República Dominicana han dado un
giro ideológico, caminando también hacia prácticas ultraconservadoras. De forma
sumisa, han construido las escalinatas para que seamos un estado medieval en el
siglo XXI.
Es que todas las políticas públicas están
cedaceadas por el clero católico. La imposición de la criminalización del
aborto sin excepción e impedir la educación sexual en el sistema escolar, no
obstante la epidemia de embarazos en adolescentes, grafica el poder político de
la jerarquía religiosa.
Los liberales, especialmente los que dirigen hoy el
Estado, no han sabido o querido desmarcar la política de la religión. Eso lo
hizo Europa a partir del siglo XV, rompiendo un paradigma de control religioso
que databa desde el siglo V.
En el siglo XXI, en la República Dominicana estamos
atrapados en el medioevo. El discurso de la “revolución educativa” tendrá
concreción sí y solo sí se rompen las ataduras dogmáticas del sistema educativo
nacional. Para ello tiene que producirse un vuelco filosófico del sistema
educativo.
El autor es Profesor UASD.
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